EL BARRIO DEL SOLAR (ÍNSULA DE TRADICIÓN EN EL CENTRO HISTÓRICO)

EL BARRIO DEL SOLAR (ÍNSULA DE TRADICIÓN EN EL CENTRO HISTÓRICO)

Llama la atención al foráneo la presencia de un barrio que, desde el punto de vista urbano y social, se constituye en una suerte de ínsula en medio del entramado que representa el centro histórico de la ciudad.

Ciertamente, el Barrio del Solar, barrio que fuera residencia de los trabajadores talabarteros, especialmente de la reconocida curtiembre de Pedro P. Díaz, con sus calles angostas y sinuosas se configura como una pequeña ciudadela dentro de la ciudad, representa en cuanto a sus vecinos, una situación particular, por el hecho de haber sabido preservar algunas tradiciones caídas en desuso en otros espacios urbanos, principalmente en torno a la que podría considerar su principal festividad religiosa, que se desarrolla en torno a la veneración de la Virgen del Rosario, más conocida en este caso como la “Virgen del Solar”, cuya imagen ocupa el altar principal de la Capilla del mismo nombre (del Solar), siendo su festividad el eje central de la vida vecinal del barrio y que tiene lugar entre los últimos días de noviembre y los primeros de diciembre.

En el marco de esta celebración es posible presenciar aún la tradicional procesión de Sirios, el convite ofrecido por el mayordomo de la fiesta, que consiste en el ofrecimiento de comida y bebida a todos los concurrentes a la fiesta, cargo que representa para quién lo ostenta un alto honor y que es rotativo, cambiando cada año.

Son numerosos los recorridos procesionales que se realizan portando la imagen venerada por las distintas vías del barrio y también fuera de él, alternando en un orden ya establecido quienes portarán el anda, siendo en algunas ocasiones mujeres, en otra, varones e incluso se les encarga a los niños el acompañar el recorrido portando un gran rosario, sosteniendo cada uno de ellos, un misterio representado en una esfera de madera.

Llama la atención particularmente el momento culminante de uno de esos recorridos, previamente al ingreso de la imagen al interior de su capilla, en que los jóvenes solteros del barrio y eventualmente algunos invitados, portando el anda realizan curiosos desplazamientos con el fin de “hacer bailar” a la Virgen, hecho que se asume como manifestación de algarabía por hallarse satisfecha por los homenajes recibidos, al son de banda de caperos que ejecutan, entre otras piezas, infaltablemente una marinera con fuga de pampeña.

Según la tradición, el hecho de que la capilla, cuyo nombre oficial es Capilla de San Pedro del Barrio del solar, debe su curioso emplazamiento con la fachada opuesta a la de la Basílica Catedral, caso único entre los edificios religiosos del centro histórico, obedece al hecho de que la virgen dispuesta en su altar debe “observar” al río para evitar sus desbordes, ya que, en repetidas ocasiones y debido a su proximidad, han inundado el barrio causando cuantiosas pérdidas.

Resultan interesantes también otras tradiciones contadas por los habitantes de este singular barrio, como aquella que da cuenta de la existencia de un ring para la práctica del boxeo amateur, que era escenario concurridas contiendas pugilísticas, este espacio se hallaba en uno de los patios del llamado Tambo de Bronce, que junto con el del Matadero se articulan al barrio como parte del mismo.

El Barrio, ha sido objeto de un proceso de restauración y puesta en valor, por lo que evidencia, al menos en su aspecto exterior, una uniformidad debido al tratamiento de sus fachadas las mismas que han sido blanqueadas lo que le otorga al barrio una armonía arquitectónica sumamente interesante. Todo ello ha determinado que un paseo por sus estrechas calles resulte en una experiencia verdaderamente grata. 

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