EL BARRIO DE CUARTO CENTENARIO Y SUS BARRIOS VECINOS.

Entendemos al barrio como el conjunto de viviendas que constituyen, desde el punto de vista urbano, una unidad con identidad propia y, desde el punto de vista social, una suerte de micro comunidad con rasgos que permiten atribuirles unas determinadas características particulares que los diferencian de otros barrios que conforman la ciudad.

Es el ámbito donde es posible que todos los que lo habitan tengan un trato directo, en el que los infantes tejen sus primeras redes sociales fuera del núcleo estrictamente familiar y por ello en aquellos años en que las relaciones interpersonales eran más reales que virtuales, el barrio jugaba un papel mucho más trascendente en la conformación del universo de cada persona.

Ese es el caso del barrio de IV Centenario, cuya construcción no obedece a un esfuerzo aislado, sino que más bien fue proyectado en la tercera década del siglo XX dentro de un plan maestro para el desarrollo de Arequipa y que debía hacer posible que la ciudad arribara a su cuarto centenario (1940) de fundación como una ciudad que, mirando su pasado, se proyectara hacia un futuro signado por el progreso sostenible.

Es así que un equipo de notables profesionales, debidamente articulado y respaldado por un municipio presidido por autoridades verdaderamente destacables planificó y ejecutó una serie de obras de infraestructura de enorme importancia para la ciudad, aquella que ya se aproximaba por entonces a los 90 000 habitantes.

Dentro de este magno proyecto, en el marco de las décadas de 1920 a 1960, se dieron la construcción del Teatro Municipal, el coliseo Arequipa, la Biblioteca Municipal, los barrios obreros 1 y 2, la ampliación y construcción de avenidas fundamentales como la Av. Independencia, Jorge Chávez y posteriormente la Av. Venezuela, la consolidación de Parque Industrial y la instauración de una área urbana que privilegia la naturaleza y el paisaje sobre el concreto, las viviendas en torno a una importante área verde que representa el Parque Selva Alegre y la urbanización circundante, área dotada además de un magnífico hotel para turistas, actividad que si bien era algo incipiente para la época, ya se proyectaba como una actividad de gran importancia.

Es dentro de este especial contexto que se planifica y ejecuta la construcción de esta urbanización que serían edificadas al mismo tiempo, con la idea de economizar costos, consistente en viviendas unifamiliares de carácter mesocrático, articuladas en torno a un área central abierta que sería la que ocuparía el Estadio Melgar, verdadero emblema de la ciudad.

Efectivamente, la ciudad arribaría a sus cuatrocientos años de vida con muchas de esas obras cumplidas y otras bastante bien encaminadas en el que podría considerarse una de las épocas de mayor desarrollo y mejor trabajo eficiente de sus autoridades.

El barrio desde entonces se fue consolidado como uno de los de mayor tradición, su vida está íntimamente ligada a la del estadio, que comenzó a ser escenario de competencias deportivas, particularmente partidos de futbol, ha ido acrecentando su fama y lo han convertido en un lagar ciertamente entrañable para los locales.

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